Primer encuentro de mujeres indígenas en la Guayana Francesa: hacia el despertar de un movimiento de mujeres indígenas

Por Leticia Doorman

Por primera vez, 20 mujeres de los seis pueblos indígenas de Guyana Francesa se encontraron para intercambiar problemáticas e imaginar soluciones comunes. La iniciativa Tejiendo Lazos las acompañó en este encuentro-taller que tuvo lugar en Cayena el 9 de agosto, durante las conmemoraciones por el Día Internacional de los Pueblos Indígenas.

Los pueblos autóctonos de la Guyana francesa sufren una importante pérdida de las tradiciones culturales. En una región azotada por altas tasas de suicidio adolescente, los aproximadamente 15mil indígenas que la habitan sufren diariamente de una fuerte marginación por parte del Estado francés, que no reconoce formalmente sus derechos. El sistema precario de escolarización infantil obliga a niños y niñas del interior a abandonar sus hogares y territorios con apenas 11 años para ir a la escuela en el litoral.

El sistema de salud no incorpora una atención intercultural y no garantiza los derechos a la salud de los pueblos indígenas; así, por ejemplo, las mujeres indígenas deben recorrer cientos de kilómetros de distancia para dar a luz.

Mientras las aguas de los ríos están contaminadas con mercurio, producto de la minería, el Estado restringe cada vez más el uso y el acceso a los territorios ancestrales indígenas para la caza y sus actividades tradicionales de subsistencia. La colonización y las nuevas imposiciones culturales se agravan con la entrada de la iglesia evangélica en las comunidades del interior.

Como consecuencia de estas violaciones sistemáticas de sus derechos, los pueblos indígenas de la Guyana francesa son atravesados por un sentimiento de exclusión y desesperanza, reforzado por la falta de momentos de encuentro y diálogo, y de una articulación organizada que vele por sus derechos. “Nosotras las mujeres somos las primeras que sufrimos, todo. Nos toca siempre comer el pescado del río más cercano, ese que está contaminado, porque no podemos abandonar los hijos e hijas para ir a pescar río adentro” comentaba Janine, una joven mamá Teko-Wayana, líder de una comunidad sobre la rivera del río Tampok, Amazonía adentro.

Desde la colonización y evangelización europea de la región, hace más de 400 años, las mujeres sufren las más graves consecuencias de un sistema caracterizado por la violencia sistémica, social e institucional. “Ahora, encima, desde la llegada de la iglesia evangélica, escucho todos los días que si hago esto o aquello voy a ir al infierno. Me dicen que todas mis tradiciones culturales me llevan al infierno, pero cuando los hombres nos violan nadie dice nada” resaltó una joven de Camopi, en la frontera con Brasil.

Durante el encuentro-taller, iniciativa portada por la Fédération del pueblo Parikweneh de Guyana Francesa, las participantes entrelazaron realidades y, sobre todo, deseos. Entre ellos, la voluntad de conformar un movimiento de mujeres indígenas dinámico y articulado, que permita defenderse entre sí y luchar conjuntamente para exigir derechos. Cabe resaltar que Guyana Francesa es, a la fecha, la única región amazónica miembro de la COICA que no posee una articulación de mujeres indígenas, a pesar de que su coordinadora general del Área de Mujeres y Familia, Claudette Labonté, sea de aquí. A este propósito Claudette menciona: “Necesitamos con urgencia una organización de mujeres de toda la Guyana, nosotras somos las únicas que podemos luchar por nuestros propios derechos. Para esto, lo primero que necesitamos es conocernos, ir a nuestro propio encuentro”.

Luego del taller, tuvo lugar una mesa redonda abierta a todo público donde siete mujeres, tanto del interior como del litoral, tuvieron la palabra. Un público ecléctico e impresionado por los relatos y los testimonios, no dejó de hacer preguntas y de interiorizarse en la búsqueda de caminos comunes a transitar.

En este contexto, el proyecto Tejiendo Lazos, de la Fundación ALDEA, se comprometió a acompañar los futuros pasos de este nuevo movimiento de mujeres que, de a poco, va rompiendo el silencio y empieza a construir una voz colectiva para la defensa, el ejercicio de derechos y la búsqueda de alternativas al desarrollo en América Latina.

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